Desde pequeña, mi relación con la comida se convirtió en una relación de amor-odio. Amor porque, muy pronto, aprendía a ahogar mis penas en ella y odio porque, como consecuencia de lo que ahora veo como una relación adictiva con la comida, empecé a engordar y... ¿qué os voy a contar?.
Uno de mis primeros recuerdos con el "tema adelgazar" es de cuándo tenía 14 o 15 años, tratando de convencer a mi padre de que me pagara una de esas dietas de batidos que prometía resultados inmediatos y sin pasar hambre.
Le convencí...
Desde entonces, me he pasado más de la mitad de mi vida a dieta. Las he probado todas (y cuando digo todas son TODAS): La Dukan, la del bocadillo, la de la sopa, la disociada... Dietas aderezadas con acupuntura, pastillas, batidos... Menos hipnosis (porque me daba miedo, no por falta de ganas) lo probé todo. Algunas dietas "funcionaban". Perdía peso pero, al poco tiempo, lo recuperaba con un extra de 2 o 3 kilos. Y vuelta a empezar; siguiente dieta; siguiente método; siguiente potingue... Vivía tratando de que la dieta perfecta y mi fuerza de voluntad se encontraran en algún momento. Nunca lo conseguí.
¿Qué pasó? Que la vida me obligó a mirar en otros lugares. Empecé un camino de crecimiento personal en el que aprendí a observarme, a ser más consciente de mi "mundo interior", a mirar en lugares que hasta entonces me daban miedo y a relacionarme conmigo misma con mas amabilidad y compasión. Esta nueva mirada hacia mi misma me permitió ver cosas que antes no veía y, como consecuencia, a cambiar mi manera de relacionarme con la comida.
Una de las etapas de mi camino fue formarme como coach y, cuando llegó el momento de decidir a qué grupo de personas me quería dirigir, lo tuve claro: Quería acompañar a mujeres a liberarse de su relación adictiva con la comida a través de un camino de transformación personal. Y en ello estoy...
Fátima Sancho
Coach certificada por el IDDI (Univ. Fco de Vitoria)
Practitioner en PNL por la ICAN (International NLP Coaching Alliance)